lunes, 7 de febrero de 2011

Sácatela de la chistera

Hoy iba andando por la calle a eso de las 10 de la mañana dirigiéndome a comprar el periódico.
 La kioskera, una muchacha entrada en carnes y rondando la cuarentena, con su pelo moreno y grasiento, me saludó como cada mañana. Sin pedirlo, ella me ofreció La Gaceta, y yo pagué el importe de dicho diario. Cuando entregué el dinero en su mano rosada, su simple roce hizo que mi pequeño pene sufriera una erección. Hasta ahí todo normal.

Desde mi adolescencia el simple roce de una fémina (en algunos casos también de machos) me hacía sentir un miniorgasmo, una sensación de felicidad a la que poco a poco me fui acostumbrando. Aunque conservador, me gustaba todo tipo de prácticas sexuales, prácticas que siempre se hacían realidad en mi imaginación. Vivo sólo en una casa donde paso la mayoría de mi tiempo. Pero siempre acostumbro a dar un paseo matinal, acercarme al bar con los parroquianos y almorzar con licores y un buen puro. Es ahí, cuando salgo, donde más disfruto del sexo, de ese sexo imaginario, puramente ficticio que me hace soportar esta puta existencia. Nadie sabe que soy así, mis conversaciones con las otras personas son puramente banales. En la taberna se suele hablar de política. Yo, como fascista e intolerante reconocido juego mi papel, insultando en un estilo puramente provinciano a toda la casta política. No se que será de mi cuando se enteren que he violado a más de una de las hijas de los contertulios de la barra.

Llego a mi casa, enciendo el televisor y me arreo un pajote con cualquier anuncio, con cualquier voz, con cualquier imagen. Después enciendo el horno y meto la cabeza en él para sentirme un poco vivo.

Mañana acudiré a un mitin más como portavoz del PP como una persona de bien, recta, con mi corbata y mi americana beige.

by MisterBdoble

No hay comentarios:

Publicar un comentario