jueves, 10 de febrero de 2011

Mientras cagas.

Mi pensamiento se desarrolla de manera increíble.
Es muy difícil de explicar.
Lo describiría como que no hay obstáculos en mi mente, y por eso consigue tal notable velocidad.
Quizá sea que todo mi cuerpo se dispone únicamente a las deposiciones, y por tanto mi parte inconsciente se encarga de dirigir la defecación, mientras mi parte consciente tiene toda la capacidad cognitiva para evadirse y navegar por el mar de la imaginación, el monólogo y la reflexión.
Y es precisamente en forma de monólogo como generalmente suelo pensar yo mientras cago:
Se me para un poco el cerebro mientras abro un poco más el ano, un gruñido, un esfuerzo y sale mi desecho al exterior, cae al agua y con él, caigo yo también al transparente mundo de las ideas.
Ni que decir tiene que dudo muchísimo ser el único que se siente de esta manera en el trono, puesto que imagino perfectamente a la mayoría de las personas disfrutando de la verdadera presentación de su raciocinio al más puro nivel en la situación descrita.
Y escribo todo esto por que ahora mismo me encuentro sentado sobre la taza y me preguntaba si todo el mundo se sentiría igual que yo, y a medida que desarrollaba la idea en esta entrada empezaban a surgir cientos de caminos de pensamiento birfurcandose de la vía que yo creaba.
Y el más interesante es el de: ¿Por qué esta capacidad exacerbada de pensamiento en el momento de la defecación?, ¿tiene alguna relación la inteligencia con la acción temporal del cuerpo?
Mi monólogo busca contestar a esa pregunta, y continuar desarrollandose, con ejemplos e imagenes incluidas. ¿Te interesa conocer la solución al problema?, deja de leer, la respuesta está en el vater.


Un gemido de placer tras el paso del papel. Bratiscota

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