jueves, 17 de febrero de 2011

Confirmándome

"Por fin tengo 16 años, por fin llega el día de seguir con la tradición católica de todo pequeño pueblo español, aunque para mi lo de verdad importante es la fiesta y la borrachera de después". En realidad creo que ese es el motivo por el que una gran mayoría de los jóvenes de este pueblo se confirman hoy en día.

Tal vez sea la última vez que esos jóvenes, o por lo menos la inmensa mayoría, pisen la iglesia para algo que les interesa (aunque ese interés sólo sea la fiesta de después) hasta el día de su boda. Pero esa vez será para hacer cumplir un sueño de casarse de blanco, en una estampa más bonita y glamurosa que una simple boda civil. En realidad estas gentes que se casan por la Iglesia y hacen la confirmación no son para nada católicos de convicción, ni siquiera cristianos. Para ellos el significado religioso de una confirmación o casamiento no existe. Todo lo que quieren sacar de esos actos es una buena imagen, un "bonito" recuerdo, una buena fiesta. No debemos culpar a ellos directamente, si no a la sociedad en la que vivimos, donde la religión se utiliza simple y llanamente para dar una imagen, donde los que se dicen católicos en el fondo de sus corazones no creen en ningún dios, donde lo único que importa es tener una vida de película.

 Pasemos ya de ir a la iglesia sin ganas, de querer tener bodas de ensueño en lugares que no nos merecen ningún respeto.
 A los jóvenes sólo me queda decirles que sean sinceros con ellos mismos, que hagan las fiestas de confirmación sin confirmación, que se casen en el juzgado en vez de aumentar el poder de una Iglesia en la que no creen y a la que no profesan ningún respeto, y sobre todo que vean la verdad de este mundo donde no existe ningún dios.

Se despide Zaratusiano


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